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Lean y ágil, cómo interactúan

Lean y ágil, cómo interactúan

Este artículo explica cómo el Lean Thinking y el método ágil pueden fortalecer y optimizar nuestros esfuerzos de transformación digital.


Por: Carlos Baldissera, Christopher Thompson, Erasto Meneses, Fábio Trierveiler y Maria Fernanda Vieira


Vivimos en una época de grandes cambios, caracterizada por la incertidumbre y la poca previsibilidad. Adaptarse rápidamente nunca ha sido tan importante como hoy, y para las empresas de todo el mundo esto significa a menudo adoptar y aprovechar plenamente el potencial de las herramientas digitales.

Se ha hablado mucho de lean y agile -y de sus sinergias-, pero para una empresa que se enfrenta a la perspectiva de una transformación digital sigue siendo difícil entender qué hacer y cómo. En nuestra opinión, mientras que el lean ayuda a resolver los problemas correctos, la agilidad apoya la rápida adaptabilidad y la capacidad de cambiar de rumbo siempre que sea necesario. De hecho, la esencia de Agile no es entregar más rápido, sino equivocarse y aprender más rápido.


QUÉ HACER

Desarrollar nuevos productos y servicios es importante para las empresas que pretenden crecer, transformarse y evolucionar en un mercado hiper competitivo. Sin embargo, con demasiada frecuencia las organizaciones ofrecen productos o servicios que no responden a las necesidades o deseos de los clientes, una peligrosa desconexión que puede acabar costando mucho tiempo y esfuerzo (por no hablar de los recursos).

Para evitarlo, recomendamos utilizar un modelo basado en las técnicas de Design Thinking, Lean Startup y Product Discovery para crear nuevos productos y servicios realmente orientados a la satisfacción del cliente.

Estos marcos y metodologías de descubrimiento pueden ayudar a una organización a comprender en profundidad los problemas y a generar soluciones que realmente aporten valor. Permiten comprender en profundidad los comportamientos, las expectativas y los deseos de los clientes, para crear una mejor experiencia global.


CÓMO HACERLO

En el contexto del tipo de transformación digital que observamos con más frecuencia en las empresas, observamos un uso inadecuado de la agilidad que les impide alcanzar los resultados deseados. ¡La simple creación de escuadrones no te hará ágil! Del mismo modo, agrupar a las personas sin darles autonomía, un contexto multifuncional en el que operar, o las condiciones sistémicas que faciliten la toma de decisiones y el contacto directo con el cliente, creará mucho desperdicio (e incluso generará silos invisibles).

Creemos que los valores y principios ágiles, cuando se aplican con propósito y en su plenitud, generan los resultados que queremos y la sostenibilidad de una transformación digital. De forma estructurada, utilizando el Lean Thinking como base, el desarrollo de una gobernanza ágil permitirá a la empresa ser más receptiva a las tendencias del mercado, más rápida en llevar un producto al mercado y en responder a los cambios estratégicos orientados al valor.

Es habitual encontrar directivos que siguen trabajando con un enfoque tradicional de mando y control. Esta es una de las primeras cosas que una transformación digital lean, con su fuerte énfasis en el desarrollo del liderazgo, se esfuerza por abordar. Los líderes son los que están llamados a difundir lean en toda la organización, así que tiene sentido que sean los primeros a los que pidamos que cambien.

La base de cualquier transformación exitosa es una estructura sencilla que permita responder rápidamente a los cambios del cliente. Dicha estructura se apoya en un equipo de liderazgo que involucra y dirige a los equipos, al tiempo que les da autonomía y un conjunto de objetivos bien definidos. Todo ello se basará en la búsqueda continua de valor para el cliente que debe emprender una empresa lean.


LEAN Y AGILE, JUNTOS

Si nos fijamos en el concepto de Kata de Mejora, vemos que el propósito (1) es siempre visible para todos los que participan en el viaje. Para evolucionar desde donde se está (2) hasta el siguiente paso (3), se necesita un sistema de aprendizaje sólido que utilice técnicas lean (4) y ciclos de aprendizaje rápidos que se apoyen en la metodología ágil.

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La kata de la mejora

Ser “ágil” nunca ha sido tan popular, y no sólo en el ámbito de las TI; al fin y al cabo, cualquier empresa que quiera sobrevivir necesita agilidad. Estos días, estamos viendo un impulso hacia la agilidad en RRHH, marketing, administración y, en general, cualquier entorno que necesite reinventarse para responder a las necesidades del mercado con mayor rapidez.

Pero detengámonos un segundo para analizar la agilidad más a fondo. ¿De dónde viene? En febrero de 2001, en un complejo turístico de Snowbird (Utah), se reunieron 17 pensadores, profesores y profesionales influyentes en el campo del desarrollo de software. Tras un fin de semana de intenso debate, crearon el Manifiesto Ágil, con cuatro principios clave:

las personas y las interacciones por encima de los procesos y las herramientas

el software de trabajo por encima de la documentación exhaustiva;

la colaboración con el cliente frente a la negociación de contratos; y

responder al cambio en lugar de seguir un plan.

Creemos que, cuando se mira y se decide adoptar el Manifiesto, la gente tiende a centrarse sólo en la parte izquierda de los principios (individuos e interacciones, software de trabajo, etc.), olvidando por completo los puntos de la derecha. Sin embargo, no debemos olvidar que el Manifiesto utiliza la palabra “sobre”, no la palabra “en lugar de”. Ser ágil no significa deshacerse del proceso por completo. Sólo “porque soy ágil”, no voy a sustituir los contratos por notas en post-it. Necesitamos un equilibrio en todas las cosas.


LA AGILIDAD ES UN MEDIO, NO EL FIN

Siempre que tengas dudas sobre “la perfección” con la que estás aplicando una determinada herramienta o ejecutando una determinada práctica o te preguntes “cuán ágil” es realmente tu transformación, ten en cuenta que el fin siempre tiene que ser lo primero. Si tu organización se está adaptando a la velocidad adecuada y avanzando en la dirección correcta, con clientes y trabajadores más contentos y un negocio más saludable, está en el camino correcto.

Piense en el viaje de su organización como un maratón. Ahora bien, técnicamente no se necesitan tenis para correr una, pero -admitámoslo- llevarlos es mucho mejor opción que correr descalzo. La agilidad es lo mismo: no garantiza mejores resultados, pero te da las herramientas que maximizan tus posibilidades de obtenerlos.

La búsqueda de la agilidad no es nada nuevo en las empresas, pero demasiadas siguen sin entender su verdadero significado. Ser ágil no consiste necesariamente en entregar más rápido, sino en aprender más rápido y adaptarse más rápido a nuestro propósito cambiante. Y para ser verdaderamente ágil, lo mejor es combinar las prácticas ágiles con el Lean Thinking. Por sí solo, el dinamismo que te proporciona la agilidad no será suficiente para dar un giro a las cosas de forma sostenible: ahí es donde entra en juego la sólida base que proporciona el lean.

Fuente: Planet Lean

 

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