Por: José Roberto Ferro – Presidente Lean Institute Brasil
Un alto ejecutivo de una multinacional visita una fábrica recién inaugurada.En la entrada, pasa por el suntuoso jardín y nota una máquina cortando la pasto. Al llegar a la sala de reunión, la primera pregunta que hace es acerca del corte del césped, a pesar de la gran variedad de importantes temas que debería cubrir esa semana. Preguntó por qué el pasto estaba siendo cortado ese día. La respuesta que fue dada por el gerente del sitio, fue que había un contrato con una empresa – por otra parte, para las otras tres plantas también – se haria el corte de pasto una vez al mes.
Entonces, el ejecutivo preguntó por qué era necesario cortar incluso en un período seco en que el pasto crece muy lentamente, como era la ocasión. Él dijo que se veía una pasto muy corto siendo cortado. Y preguntó si en la época de lluvia no sería necesario un corte más frecuente, pues el pasto tiende a crecer más rápidamente. Al final, el ejecutivo pidió al personal del sitio «pensar un poco sobre eso”.
A continuación, empezaron a centrarse en los temas previstos de la conversación como la posible expansión del volumen de producción y la entrada de un nuevo producto.
Usted podría pensar que, al preguntar sobre el corte del pasto, el alto ejecutivo de la empresa estaría observando un detalle irrelevante. Incluso si hubiera alguna medida a tomar, como la reducción de la frecuencia de la poda de la pasto, el impacto sería irrisorio en una compañía, cuya facturación es del orden de cientos de miles de millones de dólares. O usted podría decir que el ejecutivo estaría haciendo micro-management, o sea, preocupándose por temas que deberían ser foco de sus subordinados.
Bueno, puede ser. Pero eso no es la mirada esencial. Esta historia ilustra el «modo de pensar» que ese ejecutivo está tratando de diseminar en la empresa.
Al llamar la atención sobre este simple hecho de que una poda de césped se está haciendo innecesariamente delante de los ojos de todos los que pasan por allí todos los días, está tratando de mostrar que, antes de cualquier otra cosa, el trabajo en la compañía debería ser «pensar» : pensar seriamente en todo lo que se hace en la empresa y si lo que se está haciendo es realmente relevante, importante y necesario.
Estimular a las personas a pensar es una de las tareas fundamentales que ese ejecutivo se coloca para sí mismo. Y no sólo eso. Debe estimular la manera correcta de pensar. Es decir, no hacer nada innecesario, incluso una actividad que parezca poco relevante.
El mensaje que pasó a todos fue que, a pesar de tener muchas ocupaciones y prioridades, está preocupado por la realización de actividades innecesarias. Así, si él está preocupado por ello, todos deberían también estarlo.
La gente tiende a prestar más atención y creer en lo que un líder hace, en su comportamiento cotidiano, en los ejemplos que da, mucho más que en lo que se dice o está escrito.
La actitud del ejecutivo es mucho más poderosa que las palabras, declaraciones de principios y valores que a lo sumo quedan colgados en las paredes u olvidados en los archivos de computadoras y no parecen tener sentido ni ser comprendidos por muchos en las empresas.
Por el ejemplo, los líderes pasan los valores esenciales. Historias, como esta del pasto, son contadas y recontadas, y el mensaje principal tiende a ser entendido. Son fuertes al marcar la dirección por ejemplo.
En las empresas, hay muchas situaciones de pastos cortos que se recortan innecesariamente. Y en actividades mucho más relevantes todavía. Es necesario ser capaz de ver, reconocerlo y evitar que continúe sucediendo. Usted puede hablar de ello y pedir la colaboración de todos. O bien, usted puede hacerlo en la práctica, y todos entenderan.
Fuente: Libro “Enxuga Aí” – Textos sobre la gestión Lean extraidos de la columna de Epoca NEGOCIOS